domingo, 5 de octubre de 2014

Carta de Peter Pan a Campanilla

En Nunca Jamás no hay fecha, como bien sabes.

Hola, aunque creo que nunca me digné a saludarte así.

Debo empezar, por el final. Eres la única hada que he conocido. Tus polvos me impregnaron hasta hacerme elevar. No crecí contigo, y no pienso crecer. Eres la magia que un niño como yo siempre buscó y, por un tiempo, eso me diste.

Ahora, me he hecho mayor, lo que significa que debo marchar y no volver. No he crecido. No he dejado de creer en las hadas. Yo creo, sí creo. Pero no...me he hecho mayor, y cuando uno se hace mayor entiende que la magia es para los que no se la han ganado.

Te encontré con las alas rotas. No me digné a mirarte con ojos de cazador, sino que desempolvé mis manera de niño y traté de hurgar en todas tus heridas menos en las de tu libertad.

Me sorprendí cuando, al verte más sana, vi que eras un hada. Y qué sorpresa para mi...eras Campanilla.

Me enseñaste en poco tiempo la existencia de Nunca Jamás. Me enseñaste a reír y a volar...y finalmente me enseñaste lo que es tener cada parte de tu cuerpo sostenida por unas manos diminutas pero llenas de fuerza...

Pero...finalmente curaron tus alas...y me dijiste que probablemente no podríamos volver a vernos. Tus alas, tu libertad, tu naturaleza de hada me atormentó con aquella frase. Sin embargo mi cuerpo, mi alma, mi inocencia de niño entendió que no era por desinterés, sino muy al contrario...era porque, al ser yo tu Peter Pan...pensabas en algunos instantes en plegar las alas....

Y te entendí...

Ahora vete, y no vuelvas. No qiuero verte por Nunca Jamás...porque ya no voy a estar. Voy a volver al mundo de los adultos donde todos me miran, donde soy un todo en nada, una nada en un todo.

Siempre entenderé tus ansias de volar, porque de ellas me enamoré...pero desearía haber tenido más tiempo para creer en las hadas. Ellas son pocas, y tú, de entre todas, fuiste la más mágica de todas.

Siempre tuyo, un niño en el cuerpo de un hombre...



Peter Pan

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