miércoles, 13 de agosto de 2014

Un vacío que llenar



Hay una extensión en mi inhabitable,
hay en mi, un lugar al que nadie nunca entra,
pues soy humo y nadie lo sabe,
pues soy hijo del mar e hijo de la tierra.

Hay en mi un vacío que no quiero,
ni pienso,
ni puedo,
ni llenar, pretendo.

Hay en mi un todo que se llama nada,
una copa de vino inacabada que se agria
y mientras apuro mi último sorbo de lavanda,
miro al cielo y miro, y ya calla.

Hay, pues, un poderoso ser que ya no cesa de comer,
y prometo ofrecerle de mi, lo más profundo,
todo aquello que ya no voy a querer,
todo aquello, que por nada, oculto.

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