sábado, 28 de diciembre de 2013

Carta de navidad.

29/12/13

Hora: 5:46.

Saludos!

Puedo, no sin titubear, arropar vuestro recuerdo, aunque el titubeo no me exime de dolor. Estas han sido unas navidades atípicas, pero... decíais que la gente temía al cambio, por ello me he exigido, no sin miedo, agarrar todo cambio y enfrentarlo a cada una de mis penas.

Una vez más, no ha quedado de vos más que el recuerdo, pero...ha sido diferente. Hace un año era dolor y penuria todo lo que poblaba la mesa. Este año ha sido recuerdo, respeto, alegría, fuerza, honor.

¿Qué si no? He oído tantas veces tu nombre y la palabra orgulloso a su lado que no puedo más que pensar que el simple hecho de que estés sonriendo allí donde estés transitando es mayor pago que la más bella de las recompensas.

Aun con todo...han faltado pequeños detalles que algún día mis hijos, tus nietos, compartirán:
-Me ha faltado alguien entrando a gritos en casa.
-Me ha faltado alguien que desdeñase la cena de mi gloriosa madre y cocinase ricos mariscos en su frente.
-Me ha faltado alguien que, conociendo mi pasión por la cocina, no dejaba de enseñarme año tras año como hacerlo.
-Me ha faltado alguien que sorbiese al mismo tiempo que yo la comida.
Y la peor de todas...
Me ha faltado, me falta y me faltará alguien que, a las 12 y un minuto me envíe tanto en nochebuena como en fin de año un simple mensaje de felicitación que me hacía llorar, tuviese catorce, quince, dieciséis o diecisiete años...pues creo recordar que esas fueron las únicas veces en que mis camaradas me vieron lagrimar, y fue todo por saber que estuvieses donde estuvieses, te acordabas de mi.

Aun con todo...yo no dejo de mirar el móvil a esas horas. Sois un espejo roto de un mundo perfecto, lleno de honor y pasión, cariño y amor, ingredientes esenciales para vivir, me enseñasteis.

Como siempre,  os informo de las novedades adyacentes en nuestro ejército.
Vais a ser abuelo. Quizás no conozca la temperatura de su abuelo, ni su generosidad; tampoco su mal genio en ocasiones o su facilidad para conseguir lo que se propusiese. No conocerá su increíble perseverancia ni su irracional humanidad. No sabrá de vuestra voz ni de su vibración. No conocerá al comandante más logrado que jamás pueble este mundo, pero...¿Sabéis? Tiene vuestro nombre, mis ganas, y la fuerza de su padre, y con ello, será grande.

En el epitafio de esta carta, no obstante, os ruego:
-No me olvidéis.
-No dejéis de visitarme en sueños, bien valen los sollozos de después.
-No ocultéis vuestra sonrisa allá donde fueseis...yo no lo hago.

Un soldado, aliviado con sentiros cerca.
E.M.S.A

1 comentario:

ese barra a punto dijo...

Hace mucho que no sé de ti. Supongo que es normal, pero lo echo de menos.
Siempre me ha gustado cómo escribes, aunque ahora puedo decir con más acierto que tu estilo es sublime.

Un beso y dos abrazos, Vicent.
Feliz año, ojalá te vaya todo bien.