martes, 1 de mayo de 2012

Oscuridad tras tu marcha


Y aquí dejo, tras un tiempo largo sin postear, la obra que a mi parecer es la mejor de toda mi colección. Escrito entre llantos y lágrimas, entre hierba y sol, y en plena soledad, al releerlo me di cuenta de que es mi mejor trabajo. Un saludo a todos y gracias por vuestra atención.

Larga es la noche que me espera,
ella en sí misma me aborrece pues me ataca
pero es mi corazón una dura estaca
que con tus enseñanzas, aún pelea.


Es fría y nublosa esta triste niebla del olvido,
es larga esta intemperie donde no hallo tu cobijo,
pues allí donde fuese mi inocencia, tu mano me protegía
mientras que yo hacía caso omiso de tu alegría.


Pues aunque sea triste la noche, fue día tiempo atrás,
una risa coronaba los cielos cada amanecer feliz,
y mientras tu sudor era mi pan, ya no sudarás;
volviste a tu lugar, aunque nunca te marchaste de aquí.


¡Pero incoherente, busco tu rastro en leyendas y mitos!
¡Pues no habrá en tierra lugar alguno donde esconderte!
Amaste como solo aman los padres a los hijos,
y amaste, como si al hacerlo fueses mas fuerte.


No hay mas abrazo que tu brisa en mi nuca,
que tu recuerdo en mi hombro, dolorido,
ya no cantan los pájaros, ya no los oiré nunca,
te han buscado en mi levante y se han ido.


Oscuro es el porvenir de mi boca,
más será tu ejemplo el que desate mis cadenas de silencio;
pues gozoso de vivir mostraste una impresionante nota:
la de tus carcajadas, danzando con el mismo viento.


¡Fiero soldado, no será desestimado tu estandarte!
Aquella entrega que perdurará mil generaciones será admirada,
y mientras que mi última gota de sangre no se derrame
serán mis ojos tus ojos, y mi mirada, tu mirada.


Grotescos son mis dedos al asfixiar el aire donde no te encuentras,
pero no ceso en mi intento de estrecharte la mano;
es tan duro despertar de una pesadilla que no cesa,
tanto, que desafía al corazón mas entregado.


Es larga esta noche que me acontece;
frente a mi se vislumbra una aterradora penumbra lejana,
pero ato mi yelmo, miro atrás y me digo, ferviente:

¡Lucharé con mi risa por una promesa jamás olvidada,
la promesa de sonreír hasta la muerte!

1 comentario:

Diana Puig dijo...

Tu padre te dejó esa huella, ese tú mismo que eres un poco él, como bien dices entre tus líneas. Me ha agradado mucho aunque como ya sabes es muy triste. No sé si es el mejor de tus escritos, pero es seguro donde más el corazón te ardió y eso ya lo vale todo y que no lo ofrezcas, no lo brindes para poder compartirlo es un detalle muy hermoso.
Un abrazo.
didi.