viernes, 19 de noviembre de 2010

Versia-6 y último fragmento

Posiblement este sea el último fragmento de Versia que vuelgue, asi que os pido a los que la hayais leido que me deis vuestra crítica, y a aquellos que lo han echo, os propongo que leeais Versia en el tablón de entradas mas leídas ya que si es el primero debe de ser por alguna razón:

Gracias de antemano

La competición siguió adelante con lo previsto, yo con mi experiencia llegué fácilmente a la final, mientras que era mas que conocido que Kuolfra había comprado a mas de un contrincante.
En esa batalla debía controlar mis fuerzas, Thankuol era un líder que por encima de todo, amaba a su hijo. En la batalla, di una soberana paliza a su hijo, hasta al punto que se quedó en el suelo, y cuando celebré la victoria, cuando me giré hacía el público, Kuolfra se colocó justo detrás de mi, y me clavó hasta el último de los cuernos que de su cuerpo pudieron salir, pero sin dar tiempo a inyectarme veneno, pues me gire, y con las manos juntas, le rompí la mayoría de ellos. Lo que no supe en ese momento es que esos aguijones eran los huesos de Kuolfra, y Thankuol saltó a la arena.
No os imagináis como es esa criatura, me ha de doblar a mi en tamaño y cuenta con cuatro brazos, y creedme, es imbatible entre los hombres lobo.
Me señaló con el dedo, una deshonra enorme entre los hombre lobo y puso precio a mi cabeza si no salía ahora mismo de la ciudad.
Y así tuve que hacerlo, herido de gravedad, bajo una injusticia enorme, abandoné a todos mis guerreros, mis amigos, mis padres, y marché a empezar de nuevo.
-Y ahora Kuolfra quiere venganza-Comentó Travius.
-No lo creo, es mas, lo dudo en gran medida, los hombres lobo nos regeneramos bastante rápido, y en dos semanas tendría los huesos recompuestos, pero fue el peligro de haber matado a su hijo lo que enfureció a Thankuol, con eso Kuolfra estaría satisfecho, ahora debe de querer probar que es mas poderoso que yo.
-Lo será?
-Cuando me fui de Lunaterra, Kuolfra era muy joven, y han pasado muchos años desde aquello, no me preguntéis cuantos ni mi edad, pero si, es muy posible que Kuolfra sea tan fuerte como su padre.
-Y cual es tu plan?
-Enfrentarme a Kuolfra en combate singular, vencerle y entonces vosotros deberéis hacer el resto mientras me curo de la batalla, además estoy casi seguro que algunos soldados no me atacarán, fui un buen jefe militar.
-Un silencio de recuerdos inundó el salón del trono, en dos días una inundación de sangrientos hombres lobo destruiría la bella Crisoloro, y todo por culpa de Glornik, un mazo impactó contra su corazón, un mazo llamado culpa.
-Mi rey...se que os pido mucho pero...podríais concederme un favor?
-Por supuesto Glornik.
-Mantened a Landariel en la sala del trono, es el lugar mas lejano de la ciudad, que no salga de la ciudad, Kuolfra no perdonará a nadie mi rey.
-Echo Glornik, pero a cambio te pido que mantengas a raya a los hombres lobo, o por lo menos que intentes vencer a Kuolfra.
-Eso, mi rey, es un precio muy bajo por mi petición, pero será todo un placer-Contestó Glornik con la cabeza gacha y la mirada sombría.


Pasó Glornik todo el restante día vigilando los puntos débiles de Crisoloro. Nada, para un ejército humano las altas murallas, los numerosos arqueros, las abundantes catapultas, serían un gran problema. Sin embargo para los hombres lobo, resultarían poco mas que una carrera de obstáculos. Los mil paladines resultarían de mucha mas utilidad que un ejército de una mayor envergadura. Se dedicó Glornik, además, a enviar a mensajeros a todo Mundoterra, advirtiendo que llegaría una batalla a gran escala, y que sus habitantes podrían marcharse o defender Crisoloro. En el caso de que venciesen se les notificaría.
Glornik sabía que la mayoría emigrarían a Ephilium, y que solo los fanáticos de Sonic defenderían su ciudad.
Al anochecer Glornik, un poco cansado, decidió afrontar su mayor preocupación.
Esperó a que el ama de llaves de Landariel la dejase sola, e irrumpió en su habitación, sorprendentemente ella ni estaba dormida, ni mostraba miedo alguno.
-Mi princesa.
-Caballero Glornik.
-He de hablaros con urgencia de un tema que quizás os incomode.
-Os escucho.
-Antes que nada, os prevengo de que preparéis un equipaje en donde podáis almacenar vuestros libros de hechicería, ya que deberéis proseguir vuestras enseñanzas en otro lugar.
-De que habláis?
-Princesa, Crisoloro va a caer, y todos sus habitantes casi con toda seguridad van a sucumbir, solamente puedo salvaros a vos y a Travius.
-Pretendéis decirme que estáis pronosticando la caída del reinado de Mundoterra por unos perros? Caballero Glornik, aprecio sumamente vuestra intención, pero esos asquerosos engendros recibirán su lección a manos de nuestros paladines.
-Pretendéis decirme, mi señora, que aborrecéis a los hombres lobo?
-Son, sin duda alguna, una raza deleznable y vil.
-En ese caso, no tengo nada mas que deciros. Hasta la vista mi princesa.
-Hasta la vista, Caballero Glornik.
-Al marcharse por el balcón de nuevo, Glornik sintió nuevas sensaciones, totalmente contradictorias, por una parte, la sutileza de la voz de Landariel, su largo pelo negro como el azabache, y sus enormes ojos, todo provocaba un estado de confusión en el corazón del hombre lobo.
Por otra parte, sintió repugnancia por una humana que creía poder sobrevivir al ataque de toda una nación de hombres lobo.
Volvió al “Jabalí” y se durmió, no sin antes recordad el nombre del único ser que podría haberle ayudado.

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