miércoles, 27 de octubre de 2010

Dulce y triste historia

Recuerdo como lo encontramos....
Si, lo recuerdo muy bien.
Recuerdo como tras el terremoto, ninguna esperanza era libre de llegar a la palabra "supervivientes".
Recuerdo muy bien como había gente que quería ayudar, como alguna, con una tozudería innata, sacaba escombros de los edificios.
Otras rezaba dia y noche.
Otras personas se atrevían a mojarse y entrar en los edificios que aún ardían.
Pero nadie como él.
Nadie.
Lo encontramos al segundo día.
Era en el centro comercial. Todos los pilares habían sucumibod y la tarea de quitar el techo de encima de ellos fue larga. Mas aún asi, lo encontramos en la guarderia.
Un simple mendigo había tenido las pelotas de llegar a ella, tirar la puerta abajo y colocarla sobre dos mesas de oficina.
Le encontramos con la espalda rota, aguantando el enorme peso que empezaba a hacer ceder la puerta de pino.
Debajo de él, sin razón alguna, tres profesoras y doce niños abrazaban a aquel vagabundo zarrapastroso.
Cuando lo levantamos y llevamos al hospital, nada se podía hacer, la silla de ruedas sería su mejor amiga.
Al poco fui a verlo.
En el hospital había una bolsa grande de plastico.
Me senté y le pregunté como se llamaba.
Bonjo, claramente era un nombre divertido y ficticio.
Le pregunté que por que lo hizo? Por que pudiendo salvarse como todo el mundo saliendo corriendo, vivir seguro, decidió arriesgarse a perder la vida.
Simplemente me contestó que tal vez asi le harían caso, y me señaló la bolsa. Cuando me levanté, me dijo:
<<Nuna me había funcionado>>
Al abrir la bolsa encontre un cartel:

Abrazos gratis.

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