domingo, 21 de diciembre de 2014

Vivir de ausencias, o morir de recuerdos.


Los humanos tenemos una tendencia que ninguna otra raza tiene. Tenemos la costumbre de reconocernos débiles en nuestro interior, y no hay peor debilidad que aquella que nos confiere aquellos que nos falta.

Y cuando algo falta, es porque ya estuvo. Y si ya estuvo, y nuevamente, no está, solo cabe en su destino dos opciones:
-Se trata de un recuerdo.
-Se trata de una ausencia.

He tenido, sin duda, el privilegio de descubrir el amargo y esclarecedor sabor de ambos.
El dolor del recuerdo se define como aquel dolor plano, duro, agónico que perdura durante un tiempo con una ferocidad insaciable.
El recuerdo de la persona que amamos y se ha apartado de nuestro algo. El recuerdo de aquella vida que tuvimos, el recuerdo de lo que podríamos volver a tener...es decir, es un dolor que no duele de manera gradual y se desvanece. Es un dolor que debe superarse.

2 comentarios:

Imelda dijo...

Te sigo desde que era una pequeña de 13 años que tenía la insolencia de atreverse a escribir en un blog y tus comentarios siempre fueron los mejores, me gusta ver como vas mejorando con el tiempo y espero que no dejes de escribir nunca, ya que a veces me siento tiernamente identificada, muchas gracias por ser tú, saludos.

Vicent Maganer Ripoll dijo...

Queria Imelda, mil gracias por pasarte, y sí, me acuerdo de ti perfectamente en aquella época en la que literalmente no dormía para escribir XD

Las gracias te las doy yo a ti por darme esas palabras que desdibujan un sonreír tímido en mi.

Espero saber de ti.

Un saludo y un beso!