domingo, 16 de febrero de 2014

Una misiva


32 de diciembre en plena oscuridad..

Os contemplo bajo las tintas ensangrentadas, y os saludo.

No he logrado conciliar el sueño tras vuestra marcha. He dormido, he cerrado los ojos, pero ni he soñado, ni he descansado. No me hagáis caso si no me creéis, pero bien sabéis que no es la mentira caldo de mi boca.

Dentro de mi se ha santiguado una batalla perpetua entre buscaros allí donde esteis, o arrancarme el alma en cada suspiro y olvidaros, mataos, matarme. Arrancar las rosas que, aunque marchitas, me limpian, me bañan, me cubren y me protegen. 

Sin embargo sigo soñando despierto. Sigo buscando vuestra mirada donde quiera que la mía se halle. No me doy por vencido al pensar en cada palabra, en cada sonrisa, en cada ternura y, sobretodo, en cada momento de silencio.

Es él, el sepulcral silencio, la nada, mi mejor apóstol, pues él ha visto como cada músculo de vuestro cuerpo se relajaba al verme. Como callabais al verme callado. Él ha sido testigo imperturbable de cada momento de ese algo que no dejo de arañar con mis armas, las que sean. 

Sin embargo, lo prometido es deuda, y me aflijo mis grilletes y mis cadenas. Soy prisionero cruel en la más dura caricia jamás infligida, la del toque inexplicable para el ser humano.

Si cada vez que creo que pensáis en mi, lo hacéis, seré el más obstinado caballero, y vagaré por toda la faz de este devastado mundo, por encontraros.

Una última mirada.

E.M.S.A 

No hay comentarios: