sábado, 8 de diciembre de 2012

Mi peor terror

8 de Diciembre.

Os saludo, aterrado.

Hoy, entre mis menesteres, entre mis tareas, entre mi camino por llegar a ser una pequeña chispa de vuestra llama, habéis venido a mi mente. Quizás haya sido la soledad del campo de batalla, la intemperie de vuestro ausente abrazo, o el candil inexistente de vuestra mirada, ya casi inhabitable en mi piel...

...pero he imaginado por un momento en que os olvidáis de mi. He sentido tal y semejante dolor en el estómago, en mi alma, en mi corazón, que no es más que una semejanza del vuestro, que he tenido que responder con sollozos y lágrimas, tal y como ahora, de acorde a la gravedad del terror que me imparte semejante acusación, no puedo evitar.

He imaginado por un solo instante, pues mi interior no está entrenado para hacerlo en más de una ocasión, que ya no os acordáis de vuestro hijo, de aquel vástago que no reparó en abrazaros, en secaros las lágrimas por vuestro hermano ausente, de aquel pequeño que durmió más veces en vuestra barriga, fuerte seguro allá donde los allá, que en su propia cama. No logro ni siquiera concebir fuerzas en mi capaces de soportar que olvidéis aquellas mañanas juntos, cuando todos los demás dormían, y vos y yo nos levantábamos. Íbamos a vuestro campamento, repleto de vuestra armada, y presumíais y me lo mostrabais por completo. Nunca llegasteis a saber que nunca me importó aquella guerra. Yo solo pretendía pasar más tiempo a vuestro lado, conoceros, ver como sonreíais.

No me olvidéis pues yo os recuerdo en cada uno de mis logros, en cada una de mis sonrisas, en cada canción que me enternece y me empuja. No me olvidéis pues vuestra es mi vida para que dispongáis de ella para cualquier fin, sea proteger a nuestra línea de sangre, como luchar por una causa perdida. No me olvidéis pues cada lágrima que derramo amargamente en la soledad de mi habitación cada noche os corresponde, os ama y os busca, pues cada lágrima que suelto es una parte de mi, lo suficientemente valiente como para abandonarme, y partir en vuestra búsqueda.

Pero sobretodo, sobre el honor, sobre la fuerza, sobre el mismo orgullo, por favor, comandante, no me olvidéis, porque el mero hecho de que no recordéis todo y cuanto luchasteis por mi, sería una falta tan grave a la misma justicia, que nunca se recuperaría mi corazón, ya débil y resquebrajado.

E.M.S.A

No hay comentarios: