domingo, 18 de octubre de 2015

El viento repasaba cada una de sus heridas. Entraba en él. Su piel era inerte, y desprovista de cicatriz alguna, era por ello que todo dolor venía de su interior, y era por ello, no obstante, dónde más hondo había removido para nunca ser encontrado.

El olor a hierba fresa removía su más vasto interior. Se sentía como una pradera. Reseca, pero llena de vida. 

Miró, y al verla llegar, no hizo más que acrecentar sus ojos. Abrir bien los párpados. Abrirlos, con los dedos para evitar que sus pestañas se entrelazasen, como siempre.

-Hoy la vi-Fue todo lo que dijo.
-¿Ha sido tan duro como esperabas?-Respondió ella, mirándolo fijamente, iluminándolo.
-Ha sido peor.
-Cuéntame. Soy toda tuya. No me mires aún, pero cuéntame.

La noche caía suavemente como rocío. Lo rodeaba, lo notaba. Lo acunaba pero él se removía.

-Sabes...yo antes creía en la magia. Siempre lo he hecho. Y en el amor. ¿Por qué no? Todo el mundo hablaba de ello. ¡Qué bonito es amar! Yo me lo creí, como un gilipollas. 
Sin embargo, al beber de su mirada, renací en...en un hereje. Vi que la magia era tan inconmensurable en su mirada, en aquella enorme y limpia mirada que...¿Cómo darle un nombre? ¿Cómo llamas algo que no entiendes?
-Quizás te enamoraste de su mirada.
-No. No me podría enamorar de su mirada. Eso sería despreciar su ser. No. Me enamoré de tantas cosas...¿Nunca has sentido el toque del sol verdad? El verdadero y puro toque de lo más cálido que llegarás a sentir. Ella era mi sol, y no por ser todo mi mundo o cualquier exageración semejante. Ella era mi sol porque era todo el calor que necesitaba.
Podía recorrer esta noche. Esta misma noche con los ojos cerrados si ella me cogía de la mano, y te aseguro que nada me habría dado frío alguno.

Le miró. Le vio derrotado,  y sin embargo, aún con aquel "algo" en su interior.

-¿Te enamoró?
-¿Cómo cortas algo que ya está cortado?  Vi en la lejanía su cabello y me vi tejiendo tapices de ella. Vi sus dedos y me encontré recorriendo mi espalda. Advertí el cambio en su figura, y me cambié de forma en todo ajedrez de mi mente. Pero pude resistir.
-Hasta que lo viste.
-La vi sonreír.

El silencio más anulativo la hizo retroceder un poco. 

-Cuéntame de su sonrisa.
-Desencaja. Me refiero...sus dientes no encajan bien. Son grandes. Blancos, aunque con manchas. No muestra demasiada encía y sus labios...
-¡No juegues conmigo maldito mortal!-Dijo la luna, enfurecida por el miedo del joven trovador.

-Como ya te conté una vez, una vez fui testigo del renacer del mundo en mis ojos. Todo fue a través de su sonrisa. Podía mirar a la adversidad más dura, a la más adversa y horrorosa de las bifurcaciones de mi vida y no había sufrimiento en mi, si tenía su sonrisa a mi lado. Todo carecía de preocupación.
Podía haber luchado por aquella sonrisa.
Y habría ganado por aquella sonrisa.
Maldita sea, podría vivir solo con esa sonrisa.
-¿Y?

La noche calló. El enorme astro le miró desde la lejanía mientras ya se adormecía con el relato insomne del enamorado.

-Y aquí me tienes, dibujando estrellas en el agua pensando en su sonreír, mientras ella está en otro papel, con otro lápiz, y el mundo sigue girando, más triste, más lento y, sobretodo, más vacío.

 









1 comentario:

Anónimo dijo...

Sublime... ¿En qué crees que se puede encontrar la inspiración?