domingo, 9 de marzo de 2014

Senda al olvido.

En noches como esta, pienso en los casos que he conocido, he leído y he escuchado de ésta, la enfermedad del Alzheimer, algo llamado así por darle una nomenclatura, pues yo creo que es una muerte en vida, en su manera más clara, pues llega a llevarse todo lo que has vivido.

En estas pieza he imaginado el dolor silencioso de un esposo que, consciente de que cada vez que duerme, pierde más y más piezas de su vida, no tiene tiempo de recordar a toda su família, y aplica un fuerte énfasi en despedirse de su amada.


Cada roce con tu piel me pertenece. así como cada vez la tuve,
cada día a tu lado lleva mi nombre, mi huella,
y si cada  vez que cierro los ojos, es mi recuerdo el que huye,
no es por mi alma, que chilla, aunque ciega.

Quizás una noche me despierte y siquiera no recuerdo tu nombre,
quizás. no recuerdo ni el mío,
pero no ha sido mi vida la que me ha hecho hombre,
ha sido mi vida junto a ti, aunque se la lleve el olvido.

Que tu pasado era tuyo, y tu presento era mío,
pero ya no será más tu futuro nuestro;
porque te veo y quizás ya no río,
porque te veo, y no te recuerdo.

A veces recuerdo tus labios al hablarme pero callo,
pues no quiero verte llorar tras sonreír,
pues no quiero pensar en olvidar que te amo,
que no recuerdo nunca, haber sido feliz.

Han sido años de fotografías,
y ahora no puedo más que preguntarte.
Nunca olvidaré tus lágrimas;
ni tu cara, al no sentir mis labios al besarme.

Cuando cierre los ojos, quizás olvide,
es un ladrón diurno el que me atenaza de improviso,
pero te amo y te amaré, aunque ya no es aquel yo, quién sonríe,
y si alguien se atreve, aunque sea el olvido,
recuérdame, pues yo no podré, y ríe.

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