viernes, 6 de julio de 2012

5 de Julio


6 de Julio de 2012.

El más fuerte abrazo de un nieto.

Hoy las más viles lágrimas han atenazado éste regimiento. Nuestro coronel ha decidido dejar el servicio, y, cómo de un funesto presente, en pleno verano, el mismo cielo que antes os contemplaba con orgullo y os favorecía, ha traído el más alto y grave nubarrón de pena, procurando así una sombra inusitada en vuestro campamento, lleno de vuestros siempre fieles soldados.

Que fue ayer mismo que os vi, poco antes de vuestra marcha, que fue ayer cuando os vi sonreír, os vi luchar, os vi ser el más fuerte guerrero en éste desolado mundo vacío ya de cualquier luz que pudiese iluminarle con vuestra esencia. Que fue ayer cuando, al preguntarme delante de vos, mientras os marchabais, por vuestra salud, dije "És una persona impresionant, una persona increíble" y fue en ese instante en que girasteis la cabeza, y con flores rojas en vuestra cara, vuestra mano y vuestro pecho me dijisteis con la mirada "Tranquilo".

Coronel, ahora sois con aquel comandante que tan orgullosamente conocí. Imagino que habrá un lugar donde el valor es recompensado y la fuerza, premiada; pues si no es así no hallo justícia para que siempre tengáis que emprender el camino aquellos que nos sujetáis con el agarre de Hércules, o con la sabiduría del amor. Vuestros dos grandes comandantes, cómo aquel que hoy os abraza de nuevo, lloran vuestra partida. Pero se consuelan en que os han seguido numerosos años con el credo de siempre llegar a ser como vos. No en balde, cuentan con vuestra entereza, y lo han dispuesto ya todo para que vuestra gloria permanezca inalterada y vuestro nombre ensalzado por décadas.

Son pequeñas perlas las que caen de mis ojos cuando pienso en que llevaba un tiempo viéndoos cada día, nutriéndome de vuestras enseñanzas fruto de la experiencia del cazador de fortuna. No hallo consuelo en lugar alguno pues no quiero hallarme tan solo. Logré veros una última vez, allí dónde trataron de impedir vuestra marcha. Estabais frío, y vuestro comandante, allí presente, os veía con rabia e impotencia. Yo os vi la cara, siempre sonriente, siempre dispuesto a enfocar vuestra luz en aquellos que carecían de ella. Al estrecharos la mano una última vez, al tocar y no sentir vuestra fuerza y determinación, al empezar a entender que ya habíais emprendido un camino digno; entonces sentí a la vez la mano de aquel comandante que se hacía sentir en mi corazón a diario.

No me hago a la idea de no recibir más vuestras enseñanzas. No entiendo ya el equilibrio global de ésta energía que nos rodea. Ya son mis armas en el suelo. Ya no hallo consuelo en nada. Sólo os aprecio con el sentimiento de un familiar, os añoro con la premura de un amigo, os necesito con la confusión del aprendiz y os quiero, con el amor de un nieto.

Dadle recuerdos a mi padre. Él sabrá conduciros a glorias superiores, él os abrazará con el sentimiento ausente de todos nosotros y os dará ánimos por no encontraros aquí.
No olvidéis que vuestra primera dama os añora con el ardor del fuego más vivo, pero su dolor se atenúa con el apoyo y amor impagable de los nietos e hijos que, gracias a vos, hoy son personas de bien, poderosas en espíritu, fieles y leales a su corazón y honestas con sus sentimientos.

Vuestro nieto, que os abraza una última vez con aquel ímpetu, herencia vuestra.
Vicent Magraner Ripoll.

2 comentarios:

Ginés J. Vera dijo...

Como se dice en facebook: me gusta. Enhorabuena, Vicent. Un saludo.

Eruriel Minai Oloori dijo...

Muy emotivo. Me encanta lo que transmites y la forma que has utilizado para expresarte. Muy buena narrativa.