lunes, 8 de noviembre de 2010

Canto a la amargura



Como divisando las gaviotas en el océano
la sociedad se acerca poco a poco a su degradación,
vuela lento por donde le lleva el rastro
de la mas pura decepción.

Cuando dejamos de dar cobijo a los mas pobres
no dejamos de ser bondadosos ni piadosos;
dejamos de ser hombres
y nos convertimos en rastrojos.

Que llueva todo el día
que los mares canten a placer;
que vuelva la alegría
que la felicidad, vuelva a nacer.

Y tu, individuo que te consuelas con las sierras del dolor
como esperando que te vayan a buscar, con el remedio
lebvántate, y grítale al mundo, con furia, con honor
que ya no existe ni un hombre, ni medio.

4 comentarios:

Aniquiladora dijo...

A nadie le ha hecho pobre dar una limosna, pero pocos lo saben.
Una poesía amarga, sí, pero muy cierta.

Besossss.

Anónimo dijo...

Creo que tenemos más para dar de lo que a simple vista imaginamos...
Ni tristeza ni alegría, son días, nada más.
Gracias por tu visita a mi lugar y por seguirme.
Bienvenido!

PÍNTEGA dijo...

Duro poema, me ha gustado.
Quitamos más de lo que damos.
Al final saldremos.
Un bico.

María dijo...

Un precioso canto a la amargura, porque hay días de todos los colores, días para gritar, para llorar, pero también para reir y ser felices.

Me encantó tu huella en mi blog, para así poder descubrirte, gracias por ello.

Precioso blog el tuyo.

Saludos.