Como divisando las gaviotas en el océano
la sociedad se acerca poco a poco a su degradación,
vuela lento por donde le lleva el rastro
de la mas pura decepción.
Cuando dejamos de dar cobijo a los mas pobres
no dejamos de ser bondadosos ni piadosos;
dejamos de ser hombres
y nos convertimos en rastrojos.
Que llueva todo el día
que los mares canten a placer;
que vuelva la alegría
que la felicidad, vuelva a nacer.
Y tu, individuo que te consuelas con las sierras del dolor
como esperando que te vayan a buscar, con el remedio
lebvántate, y grítale al mundo, con furia, con honor
que ya no existe ni un hombre, ni medio.
4 comentarios:
A nadie le ha hecho pobre dar una limosna, pero pocos lo saben.
Una poesía amarga, sí, pero muy cierta.
Besossss.
Creo que tenemos más para dar de lo que a simple vista imaginamos...
Ni tristeza ni alegría, son días, nada más.
Gracias por tu visita a mi lugar y por seguirme.
Bienvenido!
Duro poema, me ha gustado.
Quitamos más de lo que damos.
Al final saldremos.
Un bico.
Un precioso canto a la amargura, porque hay días de todos los colores, días para gritar, para llorar, pero también para reir y ser felices.
Me encantó tu huella en mi blog, para así poder descubrirte, gracias por ello.
Precioso blog el tuyo.
Saludos.
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